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19 de diciembre de 2016

Little Owl's Hut: Feliz Navidad y Feliz año 2017

Este mes se me ha echado encima y no he tenido tiempo de hacer mis felicitaciones navideñas.

En su lugar os mando a una pequeña mensajera de Little Owl's Hut para felicitaros a todos vosotros la Navidad. Espero que os guste





22 de noviembre de 2016

Anni Downs: Colcha de patchwork "A Boy Story"

Colcha "A Boy Story"
A lo largo de mi vida he hecho muchos trabajos que he ido regalando o vendiendo y, lógicamente, los he perdido de vista. Cuando comencé este diario, mi primer pensamiento fue plasmar en él no sólo las fotos, sino también las explicaciones de aquellos que considerase especiales. Así que mi primera colcha de patchwork merecía un sitio en este blog.

El Patchwork es una técnica hermosísima pero dificilísima. Cuando hace años comencé, lo hice con pequeños paños para cubrir las mesas. Eran bastante simples. Si cortar las piezas y que encajaran era para mí ya una pesadilla, acolcharlas era aún peor por lo que tardé mucho en atreverme a trabajar con piezas grandes.

La primera colcha de patchwork que hice fue para mi hijo. Por regla general, en Patchwork las telas suelen ser o de tonos y dibujos muy femeninos o muy infantiles. Los diseños y las aplicaciones suelen ser o muy florales o muy geométricos o hay muchos ositos, muñequitas o coches o barquitos. No conseguía imaginarme una colcha con esas telas o aplicaciones para él.

No recuerdo cómo, pero un día topé en la Web con una colcha para chico que me dejó perpleja. Fue verla y fue decirme: "Concha, ya no hay excusa, ya no te puedes rajar. Es esa colcha o ninguna". Su autora era la australiana Anni Downs. Fui a su web, Hachted and Patched, y encargué mi primer libro de patrones de Patchwork: A Boy Story. Me costó unos 24€ y tardó algo más de tres semanas en llegar. Todo en él está pensado para los hombres de la casa: abuelos, padres e hijos. De eso hace ya ocho años, mi hijo tenía entonces 8, terminé la colcha casi dos años después. Fue todo un reto, pero mereció la pena.

Este verano terminé otra colcha de Anni y ya luce en la cama de mi hijo que, ahora con 16 años, no está para muchos muñequitos. La única ventaja es que le siguen gustando los colores vivos y que le gustan todas las cosas que coso o tejo, una verdadera suerte para mí.

Bueno, pues a lo que iba, estoy orgullosísima de mi primera colcha y, por ese motivo, voy a publicar esta entrada con algunas de las fotos que tomé en su tiempo:

La colcha está compuesta de una serie de cuadros con aplicaciones y de una serie de viñetas, a modo de tiras de comic hechas con pespunte  y que, unidas entre sí en bloques, van contando una historieta.

El tren








El perro fantástico







El extraterreste del planeta Zark








El monstruo marino


El barco pirata








El robot




La avioneta




La cometa



Érase una vez...




Y colorín, colorado...




Y por último,  cosí el cohete espacial y la acolché a mano con dibujos de estrellas de diferentes tamaños.

12 de octubre de 2016

Bolsa para el Pan



¡¡BASURAS Y MÁS BASURAS!!


En casa, hace tiempo que nos preocupa la cantidad de basuras que generamos diariamente. Los plásticos parecen una plaga. A pesar de que algunos comercios han dejado de dar bolsas de plástico gratis, o las den de papel, no dejamos de ver plásticos por cualquier parte: bolsas, botellas, y las, ahora tóxicas, bandejas de poliespán.

Harta ya de tanta bolsa, me propuse recuperar  ciertos hábitos, como el de ir al mercado con  bolsos de tela, como el que realicé en mi entrada de delantal y bolsa reutilizable para el mercado.

Recordé también, que hace años, cuando todavía vivía con mis padres, llevábamos siempre una bolsa de tela o de ganchillo hecha por mi madre para el pan. Mi panadera, Jero, que está también preocupada con el tema de los residuos, ofrece bolsas de papel, pero por mucho que el papel se recicle mejor que el plástico, si, como yo, compras el pan casi todos los días, es una bolsa diaria que acaba en el contenedor de reciclado, lo que supone más de 300 bolsas de papel al año.

Me puse manos a la obra y decidí recuperar esta otra costumbre y hacerme una bolsa para el pan y llevarla todos los días a la panadería. Al principio, por falta de costumbre me olvidaba coger la bolsa al salir de casa pero una vez cogido el hábito me parece mentira lo fácil que es y, además, me siento menos culpable y muy orgullosa de mi bolsa.

Material
  • 2 tiras de unos 25 X 65 cms de tela de algodón crudo para el exterior (mi bolsa tiene el largo de una barra normal, si se desea para una baguette añadiríamos 5 cm). Añadir un centímetro para la costura
  • 2 tiras de 25 X 60 cms para el interior de la bolsa y otras 2 tiras de 3 X 15 cms para el pasa cintas (yo elegí una tela de vichy de color beige y blanco). También se deja un centímetro para la costura.
  • Hilo de bordar para el motivo elegido en el delantero de la bolsa
  • 125 o 150 cms de Cinta de raso para cerrar la bolsa.
  • Motivo para bordar.

Método


Preparativos

Lo primero que hice fue buscar en Internet algún motivo para bordar que estuviera relacionado con el pan y que fuera muy sencillo. Mi habilidad bordando deja mucho que desear y se limita a tres o cuatro puntos.

En Pinterest encontré estas espigas. El motivo es alargado y estrecho totalmente apropiado para la bolsa y,  además, es bastante esquemático.

Luego decidí los colores de los hilos:
DMC Mouliné 3820 para las espigas y los granos y,
DMC 3829 para el tallo.

Calqué el motivo en la tela cruda con mi bolígrafo Pilot FRIXTION.



Bordado

Una vez seleccionado los puntos que iba a utilizar comencé a bordar el delantero de la bolsa:
  • Para los tallos y las espigas elegí el punto de tallo o cordoncillo. Los tallos están bordados con seis hebras para darle volumen, mientras que las espigas están bordadas con dos hebras.


Construcción de la bolsa

Bolsa exterior:
  • Se cortan los dos rectángulos de la tela de algodón crudo centrando el motivo ya bordado  y añadiendo alrededor el centímetro para costura.
  • Se cosen a máquina, siempre por el revés de la tela, los lados y el extremo inferior (si se quiere se puede sobrehilar para mayor seguridad).
Forro:
  • Se cortan los dos rectángulos de la tela de vichy (forro de la bolsa) dejando también un centímetro de costura alrededor y se cosen de igual manera que la tela exterior.
Unión bolsa y forro:
  • Se introduce el forro en la bolsa, encarando los derechos que deben quedar en el interior y se cosen juntos los extremos superiores a máquina sin llegar al final, dejando una abertura de unos cuatro centímetros para que podamos dar la vuelta a la bolsa.
  • Damos la vuelta a la bolsa, planchamos y cosemos a mano con puntada escondida el trozo de la abertura que nos sirvió para dar la vuelta a la bolsa.
Pasacintas:
  • Cortamos las tiras que nos servirán de pasacintas (no olvidando que debemos dejar un centímetro alrededor para la costura). Con la plancha marcamos las costuras y situamos las cintas a unos 2 centímetros del extremo superior de la bolsa en ambos lados de la bolsa (delantero y espalda). 
  • Cosemos sólo los lados largos, ya que los cortos nos servirán para pasar la cintas de raso y conseguir cerrar.


Cinta de cierre:
  • Cortamos la cinta de raso por la mitad. Introducimos una mitad por un pasacintas, al llegar al extremo opuesto la pasamos por el pasacintas de atrás. Juntamos los dos cabos y hacemos un nudo. Repetimos con la segunda cinta pero introduciéndola por el pasacintas contrario, de forma que cada cinta quede a un lado de la bolsa. De esa forma podemos cerrar la bolsa tirando de las dos cintas a la vez.



13 de junio de 2016

Melly & Me: La Rana Finnegan

Tras el nombre Melly & Me se esconden dos hermanas australianas dedicadas al mundo de la costura.

En las navidades de 2011, mi marido y mi hijo me regalaron uno de sus libros titulado "Muñecos de tela con diseños fantásticos y creativos". Los diseños son sencillos y alegres. En el libro se explica de manera clara y con fotos cómo realizar 12 muñecos, incluyendo, al final del libro, un anexo con los patrones para fotocopiar.

Además, en su página web Melly & Me,  hay varias secciones interesantes. En su tienda on-line se pueden adquirir libros de muñecos o de patchwork, o bordados. También existe la posibilidad de descargarse instantáneamente en PDF patrones de muñecos, de bolsos o de patchwork. Mi sección favorita es su página de tutoriales, en la que hay un apartado dedicado a trucos y consejos sobre la confección de muñecos para que el resultado final sea un poco más profesional.


Desde aquellas navidades he ido realizando unos cuantos de esos pequeños personajes.

La oruga Alexander
Las gemela Tilly con los mismo tejidos de la oruga

Hace unos días, volví a hojear el libro y volvieron a gustarme tanto los muñecos que decidí hacer uno nuevo.

Junio es un mes especial con sus días tan largos y su progresivo calor que nos anuncia el comienzo del verano y el comienzo de esas vacaciones que tanto estamos deseando. Además, en junio cumplen años Pedro y mi suegro Modesto y, a primeros de julio, los cumple Christiane, mi joven y bella amiga alemana, amante de las ranas. Y,  pensando en que regalo debía hacer a Chris, al abrir el libro de Melly and Me no tuve ninguna duda. Finnegan sería una excelente opción.

Finnegan es una curiosa rana de lo más divertida. Luce extraños dibujos en vez de lunares y además está preparada con su bañador para soportar las altas temperaturas del verano que nos espera.

Chris tiene debilidad por las ranas, de hecho tiene en casa una enorme cantidad de ellas. ¡Suerte que no arman ningún jaleo! Espero que Finnegan entre con buen anca en esa familia y acabe llevándose bien con todos.


¡¡Feliz cumpleaños y feliz verano, Christiane!!

13 de mayo de 2016

Costura en los años de la postguerra: Jaboncillos, hilvanes, hilos flojos y máquinas de coser

Durante la postguerra española vivir con cuatro duros era un milagro. En mi casa desde luego lo era. Mis padres se casaron, si no me equivoco, en 1948. Mi madre tenía 21 años y mi padre 32. Doce años más tarde ya tenían cuatro hijos. Mi padre trabajaba pluri-empleado, lo veíamos sólo los domingos por la mañana y los jueves por la tarde (días en los que libraba). Vivieron de alquiler veinte años hasta que los ahorros y algún dinero prestado de uno de mis tíos dieron para comprar una casa. Mi padre, hombre sabio y paciente, era de los que no quiso nunca endeudarse con un banco. Lo mismito que ahora.

Mis padres en su foto de boda.

En los primeros años mi madre colaboró económicamente llevando la portería de un bloque en la calle de Augusto Figueroa en Madrid. Además de sacar unas pesetas con la portería, nos crió casi sola. Tenía pocas nociones de costura y, para ahorrar, en 1954 se inscribió en un curso de Corte y Confección por correspondencia, siguiendo el sistema EVA  (nombre sugerente). Le enviaban las lecciones, hacía los deberes después de meter a mis hermanos en la cama, una vez terminados los enviaba por correo postal y esperaba a que se los devolvieran corregidos. Se sacó su título y nos vistió a todos, nos hizo desde la ropa interior hasta los abrigos.

Impreso para pedir información sobre el curso

La lectura ahora de aquel curso, pasados casi 60 años, chirría bastante. El papel de la mujer de aquella época es prehistórico si lo comparamos con el actual. Sin embargo, si obviamos su lectura, descubrimos que su pedagogía es aún válida. Las instrucciones y los patrones son claros, precisos y, cambiando un poco el estilo, también son reutilizables. Y, en cuestión de moda, los modelos son muy representativos de aquella época.

Fui la última de la familia y comencé a ir al colegio muy tarde debido a mi salud. Además de enseñarme a leer, mi madre me enseñó a coser. A los 8 años bordé un mantel a cordoncillo para mi madre. Poco después hice un Bambi en fieltro más grande que yo para mi padre. Y, a decir verdad, me sigue fascinando la aguja. Cuando aprendí a coser, y de eso hace casi medio siglo, dentro de la confección había ciertas técnicas que necesitaban de una cierta destreza y resultaban bastantes tediosas. Una de ellas era la de puntada de hilos flojos o la puntada del sastre.

Puntada de hilos flojos

Los hilos flojos sirven para pasar a la tela ciertas marcas de un patrón que queremos que queden iguales en dos piezas de tela y por todas las caras del tejido como pueden ser la línea de costura, las pinzas y las marcas de la sisa.

Para pasar el patrón a la tela, se dibuja con un marcador en la tela los bordes y todas las marcas y luego se pasan los hilos flojos. Luego se separan las piezas y se cortan los hilos. Ya separadas las piezas se encaran (derecho con derecho) se unen con otra puntada para sujetarlas temporalmente, el hilván. Luego se cosen a máquina y se empieza a retirar los hilillos flojos y el hilván de la prenda.

Puntada de hilván

Jaboncillos, lápices y bolígrafo soluble
Antiguamente utilizábamos un jaboncillo para marcar, una especie de tiza plana rectangular que con el uso había que afilar, pues de lo contrario su trazo era grueso y el patrón podía aumentar o disminuir unos cuantos centímetros. También tenía otros inconvenientes, se rompía con suma facilidad y el trazo desaparecía enseguida simplemente con el roce. Más tarde, aparecieron los lápices con mina de tiza que no se rompían tanto pero que seguían teniendo el resto de los inconvenientes. Posteriormente, comenzaron a aparecer los marcadores solubles al agua, bolígrafos o rotuladores que llevan una tinta especial que se diluye al contacto con el agua. Éstos tienen dos grandes inconvenientes, su precio y su corta vida, duran poco pues se secan rápido.
Un día descubrí que los bolígrafos de gel Pilot FRIXION borrables al frotar la tinta con el pequeño borde que llevan en uno de sus extremos, también son borrables al contacto con el calor. No son muy caros, están disponibles en un montón de colores, duran bastante y lo mejor es que hay recambios. Yo los uso para las aplicaciones de patchwork, bordados y líneas de costura en general. Un simple planchado y Voilá! ya no hay marca.




Cuando aprendí Patchwork aprendí a dejar el mismo margen de costura alrededor de los bloques, con lo que dejé de pasar hilos. También aprendí a sujetar las piezas con alfileres y coserlas directamente a máquina, con lo que también dejé de hacer hilvanes y desde hace unos años uso el marcador FRIXION para dibujar bordados, líneas de acolchado y aplicaciones sin que desaparezcan al poco tiempo.

A todo eso hay que añadir el cambio que ha habido en estos años en las máquinas de coser. La nuestra, un ALFA con mueble, está aún operativa. Se trataban de máquinas manuales. Tenían una rueda metálica en la misma máquina que conectaba a una rueda en el mueble Al girar la rueda metálica se accionaba la máquina y con el pie en el pedal se mantenía el ritmo hasta que lo levantabas. Ahora las máquinas tiene un motor eléctrico con lo que el tiempo de costura se ha reducido un montón.