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18 de agosto de 2015

De vuelta.

Volví.

¿Fuí feliz?  Todo depende de la exigencia de cada uno. La mía: eludir los calores de Madrid, leer tranquilamente esos largos libros que se acumulan durante el año por falta de tiempo y cansancio, mirar por la ventana y no ver a mi alrededor ningún edificio, respirar aire limpio, coser algún proyecto sencillo que no requiera máquina, jugar con mi familia a juegos de antaño, ver cine y si es posible parar un poco el tiempo. Cosas simples todas, excepto la última que no siempre consigo.

Asturias es nuestro paraiso. Desde que la descubrimos hace unos diez años, nos sigue cautivando y enamorando. No solo por su color, también por su aroma, su frescor, su silencio... Vamos año tras año a regenerarnos. Eludimos los grandes nucleos urbanos, las playas más visitadas y nos alojamos en una casa de piedra de una pequeña aldea rodeada de maizales y manzanos, vacas y cuervos. Nos olvidamos del progreso tecnológico y retrocedemos en el tiempo. Oímos de tanto en tanto, según sople el viento, pasar el FEVE a unos cuatro kilometros. Y desde el porche, vemos el cambiante cielo, este verano más alegre y brillante que de costumbre.

Mi hijo tomó esta foto del cielo desde la casa.

Nubes jugando

Y ésta la hice yo desde el porche.


Ahora, vuelta a la rutina, a las clases, a la casa ...

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